-o algo sobre
observar con detenimiento los ojos del matías y querer cambiar el mundo-
Cuando era más joven, juré que nunca tendría hijos, estaba
triste y decía que lo mejor para personas como yo era no dejar descendencia en
este planeta, también creía que si no alcanzaba a resolver los problemas
emocionales que tenía menos iba a poder con un nuevo universo de ideas a mi
responsabilidad.
Al cabo de un buen tiempo, después de que ha corrido mucho
río bajo este puente, luego de tropiezos, errores trascendentes, rupturas de
huesos y cráneos, fiestas, incendios, atardeceres vacíos, domingos
redentores, manos viejas, lecturas
desconocidas, en fin, luego de nadar infinita por años, me encontré frente al
espejo otra vez, con la cara un poco más desfigurada y con la esperanza
alimentada de nuevos días.
¿Había madurado? ¿Terminaba esa época oscura de nudo en la
garganta y caminar apresurado? ¿esas noches de cerrar los ojos y obligarme a
repetir el mantra de mañana todo estará bien? Creo que no, creo que para muchos
el monstruo nunca termina de irse de la habitación, ya lo dije una vez, el DSM
es nuestra biblia generacional.
Y sí, estaba embarazada, un siete de agosto a las ocho de la
mañana llegó el matías, nada es como uno se lo imagina, entontecida y adolorida
lo abracé. Mi embarazo fue como todo en mi vida, una euforia incontrolada
seguida de largos lapsos de desolación profunda, de preguntas, de noches sin
dormir, de peleas conmigo misma.
Comenzó todo: el matías no paraba de llorar, los consejos: No le acostumbres al brazo. Los bebés
necesitan horarios, comer cada tres horas. Que no se haga nochero. Tiene que
dormir en su cuna. Que el bebé no te mande, que no te manipule. Me deprimí:
no dejaba de llorar, lo amarcaba y lo amarcaba y seguía llorando, no quería
lactar, lloraba él, lloraba yo, no entendía nada, me sentía sola, abría y
cerraba libros, deben ser los gases.
Así pasaron tres semanas y todo colapsó,
por suerte, para el matías y para mí, todo tuvo que cambiar. A la mierda
todo! Todo el día en mis brazos, que coma cuando quiera, que duerma cuando
quiera y donde quiera, a veces se dormía tres horas en mis brazos, y así hasta
el día de hoy.
Me separaron de mi organización porque durante parte del
embarazo estaba deprimida y no milité. ¿Pero podemos pedir más de ellos y de nosotros hoy? el mundo
nos llena de herrumbre, de recuerdos rotos, de subjetividades subestimadas porque había que ir a trabajar, a estudiar, a vivir. Los defectos se repiten en
la gente, suma y resultado de una generación consumista, la organización
revolucionaria está integrada por gente que con sus propios miedos y prejuicios
edifica el futuro.
Lo siento y mucho, porque sé que el mundo sólo puede cambiar
con coraje, y sé también que el partido comunista debe ser vanguardia y no barco viejo, pero como decía aquella pinta que alguna vez hice: el viejo mundo quedará atrás y quedarán
atrás los dirigentes que estancaron durante tanto tiempo una organización que
pertenece al pueblo, a la gente, a la juventud, no a los cafés, ni al gobierno ni
peor a un grupo de amigos.
"En realidad, los militantes que quieren comprender reflexionan de otra forma: como materialistas que quieren juzgar hechos dialécticamente; no según el todo o nada, sino a partir de las contradicciones. (...) intentan reflexionar como marxistas, es decir, ante todo como hombres y mujeres capaces de “pensar por sí mismos” (Marx) y reflexionar con atención sobre lo que han visto y observado en función de las relaciones de clase y sus contradicciones". Althusser
Siempre seré comunista y criaré a mi hijo, con esa actitud
(porque ser comunista es un modo de vida, no una opción política), ¿por qué
decir que se malcría por llevarlo en brazos o dormir con él, alguien se malcría
por mucho cariño o a alguien le hace mal tantos abrazos? O es más bien la
carencia de afecto que nos tiene tristes, alejados, con ese falta de
comunicación que como decía Sábato es un problema profundo, grave. Presionamos
tanto a los niños, les exigimos demasiado, por un precio que no vale la
pena, no
nos damos cuenta que sólo podemos cambiar al mundo desde las estructuras más
fuertes de las sociedad, el mundo cotidiano, su núcleo.
El campesino, el obrero, sólo harán la revolución pensando
en sus hijos, en su familia, no porque le caiga bien un dirigente o porque haya
leído a Marx o a Lenin, ya lo dijo Neruda, la poesía debe ser como el pan para
vivir. Cambiaremos al mundo con fuerza, con el poder de la palabra, defendiendo
el valor de nuestros niños, el valor de la amistad y de la moral comunista.
Defenderemos otro mundo posible, desobedeciendo órdenes tontas y creando,
creando el famoso poder popular, fuera de los libros, adentro, adentro de las
comunidades, cerquita de las familias, creyendo en la fraternidad, criando a
nuestros niños con consecuencia.
2 comentarios:
Me encantó :) A los niños hay que abrazarlos y besarlos. Los que gustan de la estadística pueden revisar los recientes estudios pedriátricos. Por lo demás, salud por estos nuevos sentimientos en común; la maternidad replantea y profundiza nuestra comprensión del amor.
mis felicitaciones Gaba... De corazón.
Me encanto el post, este y el de los intelectualoides. El amor como coyuntura de las ideas me parece precioso, pero ahora el amor como tal esta subvalorado. Mamita decia que todo lo que se hace con amor se hace bien, pero ahora el mundo esta mal, como dijo Adoum "la mayoria de la población es protohumana y/porque la otra parte es deshumanizada".
Un gran abrazo...
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