28/11/12

El joven de las noticias

-apuntes sobre cómo la objetividad nos imagina-


Recuerdo la televisión prendida mientras almorzábamos los domingos con mi familia, aquellas tardes sin nada que hacer, en aquellos restaurantes de la carretera, recuerdo a mi abuelita que cuando envejeció hablaba con el joven de las noticias del canal cinco, se reía y le decía que le quedaban bien los anteojos.  Con el tiempo dejamos que las muchachas bonitas de la tele se parezcan mucho a las que llegábamos a admirar en la realidad, no nos dábamos cuenta que sin querer aplastábamos el botón del aparato ideológico y nos quedábamos acariciando las heridas.



A veces creemos conocer los hilos que nos sujetan, pero no es tan sencillo, nuestras frases diarias contienen cierto hedor a influencia mediática que ya nos es imposible saber a estas alturas, si conservamos algo de instinto o si somos animales culturales y sí señor, mediatizados, del sabor más dulce o agrío que prefiera, pero mediatizados.

Para hablar de los medios de comunicación, tenemos que abrirnos a una reflexión menos intelectual y más humana, porque no es un chiste que hayan niñitas que mueran de anorexia, ni princesas que ocupan el lugar más importante en noticias internacionales, ni que unas fuerzas armadas revolucionarias sean presentadas a diario como simples narcotraficantes para justificar su asesinato, el descuartizamiento de sus cuerpos, la distorsión de su ideología; tampoco es una broma que mis alumnos de catorce años quieran ser sicarios o esposas de sicarios para protagonizar la nueva novela de moda en esta aldea global, ni que mis amigos revolucionarios sigan justificando sus gustos y conversaciones sobre mujeres en cánones eurocentristas, ni que más neonazis sigan partiendo los brazos de adolescentes que piensen diferente.



Objetividad me dice la cajita tonta, cada mirada difiere, cada libro tiene su autor, la objetividad no existe, es una quimera del ser humano en su eterno ejercicio de abstraerse de sí mismo, hablamos de objetividad cuando no somos capaces ni siquiera de reírnos iguales del mismo chiste, ni de interpretar de la misma manera un letrero común y corriente.

Las desigualdades no han desaparecido con la tecnología y la industria, la acumulación de riqueza ha seguido siendo la piedra angular de la historia del hombre.  Los Estados poderosos se unieron, grandes alianzas se fortalecieron, (el G7, los Tigres Asiáticos, la OTAN, los brazos del Imperio como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la policía del mundo como la CIA o el FBI) todas estas representaciones de una hegemonía galáctica se ve representada de igual manera en el mundo de las Telecomunicaciones y de la Información.  Corporaciones como Telefónica,  Sony, Microsoft (de distintos tamaños y colores, pero que controlan el mercado y el lobby  gringo) y trasnacionales de la Información representadas en grandes canales como la FOX, la Sony, la Warner BROS, y enormes cadenas de noticias como la CNN y la BBC, nos presentan el perfil del hombre actualmente comunicado, tristemente cosificado y políticamente manipulado.

El 98% de las noticias internacionales provienen de la CNN, en los últimos años el 100% de las publicaciones de Tiempos del Mundo tienen una noticia referente a las maldades de Chávez, nos levantamos con las publicidades de Unilever, cuyo Dove arregla la piel humana y enferma las selvas tropicales de Brasil, a los niños que trabajan en las plantaciones y a los animales que utilizan para los experimentos.


                Pero ¿existe una objetividad como promulgan pequeños burgueses y el televidente corriente?, no, existe el proceso de la responsabilidad, la responsabilidad al lado de cada noticia, de cada programación, de cada publicidad y propaganda, que debe estar del lado del pueblo, lo demás es un cliché de los medios (que como diría Ramonet ya no son medios sino actores políticos) qué paradójicamente introducen el concepto de libertad de expresión como libertad de consumo, y que repetido y aceptado por la sociedad, termina cayendo en un juego ridículo de significantes sin profundidad.  

                Es tarea difícil pero imprescindible el desprendernos piel adentro de los estigmas que desde niños nos repite la televisión, el machismo, el racismo, la falta de solidaridad, la falta de investigación, de lectura, de análisis, de criterio y crear con la contracultura y la contrainformación, una plataforma internacionalista, desde los medios comunitarios y el internet, donde el debate se profundice, se simplifique, se radicalice y lo más importante, sea ampliado.

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