3/5/18

Escribo desde la incomodidad

-apuntes sobre feminismo-

Artículo publicado en la revista cultural Amazon, de Alexander Ávila Álvarez.



En 1968 una chica menuda, con cabello corto y oscuro, disparó tres veces a Andy Warhol, lo que muchos no saben es que tiempo antes Valerie Solanas comenzaba su no tan famoso manifiesto SCUM (1967) así:
“La vida en esta sociedad es, en el mejor de los casos, un completo aburrimiento, y en ningún aspecto relevante, para las mujeres que permanecen siendo personas cívicas, responsables, y en búsqueda de emociones; a menos que se derroque el gobierno, se elimine el sistema monetario, se instituya la completa automatización y la destrucción del sexo masculino.”


Ahora que lo pienso es lo más parecido que encuentro a un feminismo llamado radical: promulgar la creación de un ejército de mujeres que elimine al hombre-macho de la faz de la tierra, y empezando esta historia por mí, hace poco más de un año, cuando se viralizó la noticia de una chica de dieciséis años en Río de Janeiro violada por veinte hombres, cuando todo el mundo, especialmente las mujeres, sentimos un hueco grande y oscuro desde la garganta hasta el estómago, acepto que me volvió a la mente aquel manifiesto y dije, si Solanas, hagamos ese  puto ejército, con rabia e indignación.

Yo no quiero ser como Emma Watson y decir que se puede ser feminista y femenina, que los hombres también lloran y que la Institución debería colocar al feminismo dentro de su agenda, siempre que sea cómodo y burgués.

Porque yo no escribo desde la comodidad, escribo desde el lugar común, la chica que estaba loca porque salía en las noches, le gustaba beber y todos llamaban zorra siendo virgen, porque vivo en una aldea muy culta, porque es difícil escribir desde el rincón donde te dejan en este país, en esta herida abierta de ser latinoamericana, de ser excluida socialmente, ser pobre, ser negra, ser indígena, ser mamá de cinco guaguas, ser travesti, ser lesbiana, ser mesera de bar, tener dieciséis años y vida sexual, ser puta del Terminal o basetera de la Calle Larga, ser niña que vende Frunas, todo eso, y ser mujer y cualquiera de esos adjetivos es señores, la peor maldición que puede caer en cualquier alma.

La Virginie Despentes, (escritora y cineasta punk que escribió y dirigió “Fóllame”, película francesa de “cine de adultos”)  decía en su también manifiesto “Teoría King Kong” (2001)

“El sexo débil, siempre fue un chiste. Se puede alimentar toda la condescendencia que se quiere para con las mujeres negras que vemos mover el culo con turbadora eficiencia en los videos de 50 Cent, compadeciéndolas porque las utilizan como mujeres degradadas: son hijas de esclavos, trabajaron como los hombres, les dieron latigazos como a los hombres. Angela Davis: «Pero las mujeres no sólo eran azotadas y mutiladas, también eran violadas». Preñadas por la fuerza y dejadas solas para criar a los hijos. Y sobrevivieron. Lo que atravesaron las mujeres, no sólo es la historia de los hombres, como los hombres, sino también su opresión específica. De una violencia inaudita. De  ahí que  surja  una  proposición simple: iros 'todos  a tomar por  el culo”

Escribo desde la fealdad, decía la Despentes, para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica.  Y yo que he estado en mil conversaciones de hombres, desde el cuencano más caballeroso, al buen esposo, los chicos del bar, pasando por el chico progre que estudió Género en la Universidad de Cuenca, que te dicen que no le cuentes a sus novias que está tirando con alguien más, que hablan siempre de las perras, de las feas, pero listos siempre para el sereno en el día de la Madre.

En mi país, la mujer es una especie de fantasma, de mito, de leyenda, me cago de risa, me muero de rabia, suena en los pasillos y también en el rock, es musa de poetas y músicos, da igual si el tipo es de izquierda o derecha, la mujer no es más que un adorno, vestida de princesa, de punk, revolucionaria, artista, drogadicta o cuerda.

En mi país la Constitución te dice que no debe haber discriminación por género, pero te ponen faldita en las escuelas, y te dicen que estás gorda en los hospitales y te dicen que cesárea en tu parto y que como mujer des a tu guagua de lactar mínimo seis meses, pero te dan tres meses de permiso. Habrá que desdoblarse.  Están bien los escotes si son para el morbo del hombre, pero está mal si sacas el chucho para dar a tu guagua, podría disminuir el deseo masculino, dicen por ahí, cuida tu matrimonio, no permitas que el bebé les separe, pero si es una moza la que les separa, los hombres tienen necesidades, no son como las mujeres, debes tolerar.

Dijo nuestro ex presidente Don Mashi, nuestra Constitución es súper progresista, la más de Latinoamérica, ahora los guaguas pueden tener el apellido de las mamás, mi amiga lo pidió por ley y la Jueza le dijo: “Señora va a traumar a su hija cuando vaya a la escuela, le van a molestar, le van a confundir, además, la ley dice que solo cuando el hombre no quiera que vaya su apellido y le dé su permiso”.

En mi escuela los problemas con adolescentes son así, cuando son los hombres: “cuidado, sé amable”, cuando es chica: “las mujeres tienen que guardar su reputación, mantener su distancia, ocupar su lugar, hacerse respetar, conocer los límites, hacerse rogar”

Al fin y al cabo, y para terminar, no escribo desde la comodidad, temo haber llegado a los 35 años fragmentada pero con convicción de que prefiero que me llamen feminazi a ser complaciente y aceptada, porque ahora las mujeres que estamos hartas somos feminazis, somos exageradas, estamos locas, si ahora somos todos iguales, porque una cosa es ser una linda y tolerante feminista, y otra cosa ser extremista.

Puta hipocresía.



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