27/12/09

galeano

Si me caí, es porque estaba caminando
-y caminar vale la pena, aunque te caigas-



Encontré estas palabras de Galeano en una entrevista que le hicieron distintas personas i que me gustó mucho, saqué algunas preguntas i las puse aquí,

es un tiempo de vacaciones i familia, aunque algunos nunca tuvieron vacaciones ni familia, nos teníamos que seguir dando esos golpes contra la pared para agotar al pesimismo, o acaso un buen abrazo del de al lado para recuperar el optimismo, como sea, hay veces en que es arduo decir algo que realmente no sobre, i les dejo a ustedes al señor galeano,



¿Cuáles son los ingredientes que usa en su vida para mantener el entusiasmo y la felicidad? Deberíamos embotellarlos y distribuirlos, eso sí, sin patente.
Embotellarlos, no puedo, porque se evaporan fácil. Lo que tienen de bueno es que regresan siempre, aunque a veces parece que se fueron para siempre. Regresan no sé por qué. Supongo que por gentileza de Dios o del Diablo.

En alguna parte dijiste que te caes y te levantas varias veces al día. Yo, en cambio, no sé como levantarme cuando tropiezo. ¿Cómo lo haces?
Te parecerá una tontería, pero de veras te juro que pienso: Si me caí, es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas. Yo soy caminante, a la orilla del río que llamamos mar, aquí en Montevideo, camino horas de horas, y las palabras caminan dentro mio y conmigo. A veces se van, y me cuesta seguir solo, sin ellas.

¿Qué opina del Premio Nobel recibido por Barack Obama? ¿Cómo se justifica recibir ese Premio?
Me pareció un chiste de mal gusto. Pero nada tiene de raro, teniendo en cuenta que hace un siglo el Premio Nóbel de la Paz fue concedido a Teddy Roosevelt, un enamorado de la guerra, que hasta escribió un libro proponiendo la guerra como remedio de la cobardía y la debilidad de los machos en el mundo.

¿Qué piensas de nacionalismo y patriotismo? ¿Son buenos o crean más problemas? ¿Son partes inseparables de la identidad?
Antes de que se inventara esa horrible palabra, globalización, que designa a la dictadura universal del dinero, existía otra, linda, generosa, la palabra internacionalismo. Yo la sigo prefiriendo. Para mí, sigue significando algo así como que podemos ser compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo.

Me gustaría saber como ve usted este siglo veintiuno ¿con pesimismo? ¿Con optimismo?
Yo no creo en los optimistas full-time. Esos son farsantes o ciegos. Yo soy optimista y pesimista también, según la hora y el día, creo y descreo, celebro y lamento este tiempo nuestro y este mundo que nos ha tocado. Cada tiempo tiene su contratiempo, es verdad, pero también es verdad que cada cara contiene su contracara. La contradicción es el motor de la vida: de la vida humana y de todas las otras vidas.
Asumir eso me ayuda a no arrepentirme de mis tristezas, de mis bajones, de mis malas músicas: ellas son partes inseparables de mí.

¿Qué cree que hace falta para que se produzca un cambio trascendental en cada uno de los habitantes de este planeta?
No sé, no creo en las fórmulas mágicas. Simplemente sé, por experiencia, que vale la pena que la gente se una para pelear juntos por las cosas en las que vale la pena creer. De a uno, solitos, poco o nada podemos hacer. Y más, te digo: no hay que desalentarse tan fácilmente. Si las cosas no salen como uno quisiera, bueno, hay que aprender el arte de la paciencia, hay que aceptar que la realidad cambia al ritmo que ella quiere, y no al que uno decide que ella debe cambiar. “Si la realidad no me obedece, no me merece”, dicen, o al menos creen, algunos intelectuales. Yo no.



A lo largo de estos últimos años, ¿ha visto usted alguien (o un colectivo) que le siga la posta, que de algún modo continúe una obra como la suya?
Somos todos gotitas de algún río, brisas de un viento que no acaba cuando la propia vida acaba, pedacitos nomás, momentitos apenas, y no más que eso: no creo en otra inmortalidad más que en esa. Uno sobrevive en los demás: en la memoria y en los actos de los demás. Y uno no conoce a esos anónimos autores de la continuidad más allá de la muerte.

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