23/10/12

Mi hijo

-o algo sobre observar con detenimiento los ojos del matías y querer cambiar el mundo-



Cuando era más joven, juré que nunca tendría hijos, estaba triste y decía que lo mejor para personas como yo era no dejar descendencia en este planeta, también creía que si no alcanzaba a resolver los problemas emocionales que tenía menos iba a poder con un nuevo universo de ideas a mi responsabilidad.


Al cabo de un buen tiempo, después de que ha corrido mucho río bajo este puente, luego de tropiezos, errores trascendentes, rupturas de huesos y cráneos, fiestas, incendios, atardeceres vacíos, domingos redentores,  manos viejas, lecturas desconocidas, en fin, luego de nadar infinita por años, me encontré frente al espejo otra vez, con la cara un poco más desfigurada y con la esperanza alimentada de nuevos días.