24/10/12

¡Qué vuelvan los intelectuales!

- o como decía aquella pared, un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre - 


Por suerte yo no soy una intelectual. Y claro, podría ser justo lo contrario: ¡qué vergüenza  no soy una intelectual! pero creo que hoy en día ser un intelectual de verdad, bajo este sol, entre estas guerras, es un compromiso que a pocos les da ganas de tomar.

Siempre he escrito sencillamente, mezclando mis pesadillas personales con los sueños colectivos, manteniendo siempre pasión por la contracultura, la construcción en la calle, la reivindicación de la comunicación alternativa.

Contra el intelectualismo, dice el blog y eso es, contra el intelectualoide, ese remedocaricatura del intelectual, que se cree mejor que los demás porque escucha buena música, lee buenos libros, y escoge los mejores vinos y de quien se llenan los blogs con sus audaces burlas del común mortal.  Pero un intelectual de verdad, qué peso tiene hoy? cómo no convertirse en un tirano intelectualoide?

23/10/12

Mi hijo

-o algo sobre observar con detenimiento los ojos del matías y querer cambiar el mundo-



Cuando era más joven, juré que nunca tendría hijos, estaba triste y decía que lo mejor para personas como yo era no dejar descendencia en este planeta, también creía que si no alcanzaba a resolver los problemas emocionales que tenía menos iba a poder con un nuevo universo de ideas a mi responsabilidad.


Al cabo de un buen tiempo, después de que ha corrido mucho río bajo este puente, luego de tropiezos, errores trascendentes, rupturas de huesos y cráneos, fiestas, incendios, atardeceres vacíos, domingos redentores,  manos viejas, lecturas desconocidas, en fin, luego de nadar infinita por años, me encontré frente al espejo otra vez, con la cara un poco más desfigurada y con la esperanza alimentada de nuevos días.