3/2/16

helenas rotas


Eco

La palabra me parió un domingo
de olor de hojas de menta
el amor
pequeño gusano resbaló tras empujones en la lluvia
cerezo que se prende en el calendario
lengua que bordea las olas
línea caliente por cobrar
ancianos que pasean por el bosque petrificado.

La palabra me alumbró con dolor
y en la noche con Júpiter como dealer
la constelación de los celos se detuvo exacta en mi garganta
me la robaron
me la quitaron
y no encuentro nada que alegre
estos días llenos de herrumbre
de paradas de buses que salen al infierno
atestados bajo la cal de la muerte.

Tal vez
en un enorme sueño pueda decirte
Narciso, cuerpo de alfiler
costillas perfectas
iliaco encantador
lo que bajo la montaña con palitos encenderé
y tras la muerte
Narciso
tan guapo
que en el sin fin del agua resucitaré
pero hoy el viento bosteza en mi cuerpo
repite
y repite
la última silaba de cada palabra que cada novio susurra
este quejido eterno
lamo los libros de la biblioteca
me duermo sobre la fotocopiadora
pero todo es inútil
se hace la noche
mi voz no vuelve
sueño.


Perséfone

Cuando la mañana había reverdecido,
miraba al espejo del Tiempo del borde,

desde las cuatro am los dados juegan,
dentro de las manos pálidas de todos los dioses,
y en cada bar donde pululan los barcos alrededor de focos fluorescentes,
prometí plantar árboles que sostendrán el Infinito,
aunque Hades hoy me cosquillea los pies,
acaricia mis manos de uñas mordidas,
me lleva a jugar en el sótano,

pero los días han pasado,
escucho las agujas del reloj bajo mi vientre,
y entonces la voz de mi madre susurra
Perséfone, el sol te ha visto descender,
Perséfone, grito desgarrado,
Perséfone, mi niña más pura

Perséfone,
me digo frente a un espejo hecho añicos,
ya no quiero comer,
ni reír,
ni fumar,
mis amigas son sirenas taciturnas,
mi madre ha secado el suelo con su nostalgia,
mi amor se ha vuelto cementerio,

hoy me han regalado un par de semillas
o de ácidos,
o de pastillas,
ya no sé bien que es nada,
mi tristeza me ha vuelto borrosa,
y en la televisión dicen que habré de volver a ver mi madre,
me trenzará el pelo,
reiremos al amanecer,
encontraré el camino de regreso
y ella abrirá la primavera.


Pandora

Si hubiese puesto la primera piedra,
desde el ombligo del Todo,
todo era ella,
la que alucinaba Zeus en un vuelo de hongos,
la que aspiraba al Abismo por vez primera,
acercó la nariz a la cajita universal,
dueña de todas las virtudes,
dueña de todas las mujeres,

los monstruos burbujean el Destino
que emana de su boca para toda su estirpe,
su vestido violeta se llena de sangre,
tal como Eva,
y si Afrodita hizo a su corazón quemarse
en un colapso nervioso ,
fue porque la curiosidad mil veces del hombre,
nunca nuestra,
nunca mía,
nunca tuya, Pandora,

había un pedacito de esperanza en el fondo,
vendrá algún día un ejército de niñas pandoras,
hermosas ninjas,
en el bus de la inquietud astral,
gatos armados-subversivos,
las protegerán con garras rojas y negras,
el fuego de Prometeo iluminará el camino,
y embanderarán la curiosidad como virtud.