24/10/12

¡Qué vuelvan los intelectuales!

- o como decía aquella pared, un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre - 


Por suerte yo no soy una intelectual. Y claro, podría ser justo lo contrario: ¡qué vergüenza  no soy una intelectual! pero creo que hoy en día ser un intelectual de verdad, bajo este sol, entre estas guerras, es un compromiso que a pocos les da ganas de tomar.

Siempre he escrito sencillamente, mezclando mis pesadillas personales con los sueños colectivos, manteniendo siempre pasión por la contracultura, la construcción en la calle, la reivindicación de la comunicación alternativa.

Contra el intelectualismo, dice el blog y eso es, contra el intelectualoide, ese remedocaricatura del intelectual, que se cree mejor que los demás porque escucha buena música, lee buenos libros, y escoge los mejores vinos y de quien se llenan los blogs con sus audaces burlas del común mortal.  Pero un intelectual de verdad, qué peso tiene hoy? cómo no convertirse en un tirano intelectualoide?